miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿ES POSIBLE CONCILIAR ÉTICA Y POLÍTICA?

Hannah Arendt (1906-1975)

DIAS DE MIÉRCOLES#




Un nuevo gobierno para una nueva Lima


CONSTRUIR EL MUNICIPIO METROPOLITANO DESDE UNA CIUDADANIA VIRTUOSA


@ Luis Pineda





¿ES POSIBLE CONCILIAR ÉTICA Y POLÍTICA? Los escepticismos de viejo y nuevo cuño siempre han sido pesimistas para lograr este encuentro. Hannah Arendt, enorme pensadora alemana, afirmaba que es posible una nueva política, a condición de que esta pueda entroncarse en las más antiguas tradiciones de la política como ejercicio de las virtudes ciudadanas, es decir, basada en profundos valores como la libertad que la hacían, en el pensamiento de los antiguos, distinta a cualquier otra acción humana. ¿En que se basaba esta distinción fundamental? En la posibilidad de construir un gobierno desde los virtuosos, es decir de quienes cultivaban los más altos valores de la sociedad. La virtud era para la polis griega el fundamento de la sociedad, el sustento de su teleología y su gnosis, es decir de su fin y su propio conocimiento. Para decirlo modernamente, ningún gobierno que se precie democrático, en su esencia, podía estar conformado por corruptos ni promover, menos obviar ni perdonar, este crimen contra la sociedad, y peor, desde el Estado.


A todo esto se llamó posteriormente republicanismo cívico, y implicó la fundación de una nueva tradición política y un nuevo capitulo de la teoría sobre la ciudadanía moderna, la de la ciudadanía virtuosa, aun cuando seguía el modelo de la ciudadanía en el mundo antiguo, y que en lo fundamental proclama la exigencia de educar a los ciudadanos en las virtudes cívicas desde la sociedad civil, para formar una ciudadana activa que participe en la vida pública, como expresión de su sentido de responsabilidad cívica y búsqueda del bien común, y según Arendt, no esperando que la política en si misma sea moral sino interviniendo en ella, a través de la acción voluntaria para crear su propio espacio público desde donde se cifre una nueva manera de ejercicio de la política y de la ética.


La formación de un nuevo gobierno para Lima, pasa necesariamente por hacer el centro de esta apuesta no solo el cambio de rostros y un nuevo membrete. Se requiere una nueva actitud frente a la corrupción, como condición para hacer de una gestión limpia y transparente, que se niegue a aceptar que se ha convertido en una ciudad abierta para el crimen y el desparpajo, en un reinado desde los politicastros de siempre con la complicidad de malos técnicos y la complacencia de malos ciudadanos, quienes pretenden la impunidad a todo costo, que de imponerse representarán el triunfo lamentable de aquella lógica perversa que se convirtió en método durante el fujimorismo “Que importa que robe mientras haga obras”.


La alternativa que se presenta es la de un gobierno desde la virtud ciudadana, que imponga el bien común antes que el interés mezquino y trasnochado de grupos de poder y la creciente influencia del lobistas criollos y sus “faenazos”, hoy conocidas. En eso la nueva Alcaldesa de Lima tiene un reto superior, lejos de cualquier moralina, se trata de institucionalizar mecanismos muy concretos y afiatados para lograr la transparencia en la gestión municipal, de políticas anticorrupción para cortar las uñas, y mejor, amputar las manos largas de las mafias enquistadas en el aparato municipal.


Un buen inicio es la auditoria anunciada, en campaña inclusive, y que ha provocado más que una sonrisa nerviosa del ex alcalde y una pataleta de su encargado, amen de las reacciones que inclusive han señalado esta medida, normal y esperada en toda democracia, como propia de una vendetta siciliana. No digamos más al respecto, y ubiquemos esta en el terreno concreto de la transferencia municipal a las nuevas autoridades. Allí se tendrá elementos concretos para proceder a una auditoria de rigor en aquellas aéreas que incurran en sospecha de actos dolosos o cuanto menos irregulares. Por cierto la escasísima transparencia del gobierno que fenece no ayudó en mucho a una imagen políticamente intachable del ahora candidato presidencial. Esto no puede repetirse en el nuevo gobierno a instalarse en enero del 2011.


Pero esto es solo el primer aspecto de la agenda de un gobierno de la ciudadanía virtuosa. Los aspectos de fondo requieren indagar y luego intervenir para ser radicalmente modificados tienen que ver con poner atención en las licitaciones, el supuesto de tráfico de influencias y prácticas de nepotismo, como también en ciertas políticas, que en lugar de democratizar han privatizado el poder público para favorecer fines inconfesables, son el caldo de cultivo de todo tipo de plagas y alimañas, a condición de mejores medidas de control administrativo, político y social. El primero, pese a sus limitaciones y lentitud, establece controles exhaustivos muy bien pautados, que forman parte del sistema de control interno y de organismos de control nacional. El segundo requiere superar el “alcaldismo” de la LOM (que requiere una revisión cuanto menos para su aggiornamento a los nuevos tiempos, competencias y funciones de los gobiernos locales) mediante la devolución al Consejo Municipal no solo de una función legislativa como se supone sino para fortalecer su misión fiscalizadora, verdadera función política de los regidores, pero lo nuevo está en perfeccionar, ampliar y profundizar la participación ciudadana en el gobierno de la ciudad, donde los espacios y mecanismos existentes deben ser revisados en su efectividad y proyectados en un nuevo sistema de participación ciudadana que pase por descentralizar territorialmente las competencias municipales, forme ciudadanía activa mediante el desarrollo de competencias para una participación de calidad, un diseño de mecanismos de rendición de cuenta que recoja lo avanzado en materia del llamado accountability horizontal, y por supuesto la modernización de la gestión participativa mediante las estrategias del gobierno electrónico.


Avanzar significará necesariamente muchas resistencias. Los viejos privilegios, para no mencionar los intereses que serán afectados, serán las principales vallas para los intentos por instalar una nueva ética pública en la Municipalidad metropolitana. Pero tal como no se puede hacer tortillas sin cascar huevos, no se puede avanzar a construir un gobierno municipal desde la ciudadanía virtuosa sin chocar con estos obstáculos. Estamos seguros que a la virtual alcaldesa y su equipo no les temblará el pulso para ordenar la casa, y si hay necesidad fumigar y erradicar las plagas de insectos y roedores que pudieran encontrar allí. Eso cuesta, pero es necesario y en más, es una obligación y compromiso con el futuro de la metrópoli. En cualquiera de los casos, puede invocar a los miles de ciudadanas y ciudadanos que votaron no sólo por su imagen, sino en el convencimiento que se requiere un nuevo gobierno capaz de alumbrar una nueva ética política para Lima y el país.



2 comentarios:

  1. La ética de Susana Villarán será, en el mejor de los casos, una efímera luz en la oscuridad moral política o una bocanada oxigenante en la contaminada cloaca de la "democracia" peruana, pero nada más. No es una opinión pesimista, es el convencimiento que la raíz de la corrupción se encuentra en el núcleo de esta sociedad, y la única solución es acabar radicalmente con ésta. La ética debe cambiar de abajo hacia arriba.

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  2. Muchas gracias por tu opinión Diógenes, que no considero sea pesimista, pero no alcanzo a entender: ¿Hay que acabar radicalmente con la sociedad o con la corrupción?. Evidentemente estamos con la segunda opción y de acuerdo, hay que iniciar un proceso de abajo a arriba. Elepé

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