miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL FLAUTISTA DE HAMELÍN


PPK y la Alianza por el Gran Cambio: Bajo el conjuro de la continuidad

APARENTA SER UN GRINGO BUENA GENTE. Trasunta la inocuidad propia de los tecnócratas, y aunque proyecta cierta condescendiente y tolerable imagen de ser algo tonto, no nos equivoquemos, Pedro Pablo Kuczynski no tiene un pelo de cojudo. No es un nerd de la política, es alguien que ha calculado fríamente sus posibilidades de disputar la Presidencia de la Republica el 2011, sabe bien que para tentar la posibilidades de ganar en la política peruana más que un buen programa requiere una buena táctica –además la cartera llena- y en tal sentido no ha equivocado sus alianzas: PPK está expresando un contingente claramente definido de lo que puede ser la nueva derecha en el Perú para el segundo decenio del siglo XXI.

Ciertamente los orígenes de PPK no son nada ocultos. Aparece en el horizonte nacional desde los sesenta, proveniente del campo de las transnacionales de las cuales fue uno de sus hombres de elección para América Latina[1]. Colaboró como tal durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde y durante su segundo gobierno fue ministro de Energía y Minas, puesto que desempeña con fría agudeza y claro manejo de quien responde al perfil de un emisario de las multilaterales[2], de un funcionario de confianza con todo el pedigrí de haberse movido en las altas esferas de poder, y como tal, con una foja de servicios intachable para el Imperio. En el 2001 llegó a colaborar con Alejandro Toledo como Ministro de Economía y Finanzas y se colocó el fajín de Primer Ministro del Gobierno de la chakana.

La Alianza por el Gran Cambio se define como un “frente de centro progresista”, y es el resultado de la convergencia entre el PPC, Alianza para el Progreso de César Acuña, el Partido Humanista de Yehude Simon, y el Partido Restauración Nacional del Pastor Humberto Lay. Si analizamos el espectro que esta alianza electoral intenta producir encontraremos una fuerte presencia en Lima, un intento por consolidar la presencia en el electorado de las regiones del norte del país, y con los gestos de acercamiento a ex candidatos regionales como Máximo San Román, extender sus predios hasta el sur andino.

Por cierto PPK disputará los votos del propio Castañeda y Keiko Fujimori, buscará desplazar a Alejandro Toledo, y aun cuando el APRA lo desmiente, terminará por opacar el perfil tecnócrata de Mercedes Aráoz. Por cierto la pelea de fondo es sobre la herencia de continuidad neoliberal, donde existe un claro consenso de los principales candidatos para garantizar un programa económico abierto al mercado, que incentive la inversión y acelere la integración de la economía peruana mediante los acuerdos comerciales. Lo que varía en cada cual son sus posturas frente a los programas sociales, respecto a la reforma del Estado y el proceso de democratización. Así tenemos que Castañeda y Keiko son los menos proclives a fortalecer la actuación democrática del Estado para garantizar los derechos ciudadanos aún cuando dicen gobernarán con un rostro social coartada de políticas abiertamente neo populistas; Toledo gobernará con la mano derecha en su política económica neoliberal y menguará sus efectos con una mano izquierda que empuñará ciertas políticas que puedan mejorar la distribución social, a su vez que un hipotético gobierno de PP mantendrá algunas banderas democráticas durante su gestión.

A todo esto, PPK no constituye una incógnita. Está meridianamente claro que será un garante de la continuidad neoliberal, de lo cual el Gran Cambio constituye una coartada poco creíble para seguir aplicando más de lo mismo. En este sentido, no habrá mayor discrepancia con el PPC, tal vez si se flanquee ciertas diferencias con Simon y Lay, pero no con Acuña cuyo pragmatismo se define en las oportunidades de acumular y mejorar posiciones para el 2016. Y este es justamente el terreno que ha posibilitado la santa alianza: asistimos a convertirla en una buena oportunidad de consolidar un bloque reorientador de la derecha peruana, que imponga condiciones a las otras fuerzas en disputa, pondrá en orden a un fujimorismo disminuido que se ha obligado a recentralizar sus fuerzas originales con el refuerzo de Rey y el regreso de Yoshiyama, lo cual se convierte en una carta obligada para evaluar sus posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Igualmente sincera las posibilidades de outsiders como Castañeda que jugaba a ganador pero será diezmado electoralmente por las otras fuerzas, pero que sin embargo siempre es una carta de negociación en los respaldos al candidato favorecido para entrar a la segunda elección, y más adelante para asegurar la composición de alianzas en el congreso. Asimismo, mantendrá a raya al toledismo que juega a abrirse por la punta izquierda, pero a sabiendas que sus votos lo ponen en compromiso para hacer políticas desde la derecha. Pero sobre todo, pondrá en tensión el viraje aprista, conservador y autoritario, que encuentra en la continuidad liberal su mejor pasaporte para mantenerse como una fuerza política actuante el 2016 con Alan García. De otro lado, el propio espacio abierto desde la candidatura de PPK no deja de evidenciar el interés de Lourdes, Acuña y hasta Simon o el propio Lay, de ser candidatos el 2016, ambición solo posible con una representación congresal favorable para mantener vigencia en los cinco años, inclusive en una perspectiva de ejercer oposición a su propio gobierno de ser necesario. Este parece ser el punto de acuerdo básico que ha posibilitado la candidatura de PPK, quien como buen ejecutor de la flauta traversa tiene la misión de ejecutar un concierto concertante para la derecha peruana, que pueda asegurar la continuidad de las políticas neo liberales, y abrir su viabilidad en un momento donde pueden llegar a ser cuestionadas desde la sociedad, que fatigada por décadas infructuosas para lograr bienestar e inclusión de aquellos sectores que siguen al margen del supuesto bienestar traído por el libre mercado. De allí que las próximas elecciones no sólo implicarán una nuevo gobierno sino que definirán un escenario donde está puesta en la agenda del país la construcción de una voluntad estratégica para consolidar los procesos por los que debe transitar el Perú en perspectiva al 2021 para lograr democracia y desarrollo.


[1] Fue presidente del First Boston International y director del First Boston Corporation, antes fue socio de Kuhn, Loeb & Co. International y presidente de Halco Mining, Inc. en Pittsburgh. Esta información puede ser corroborada en la página personal del candidato: http://www.ppk.pe

[2] Luego del golpe que depuso a Belaúnde en 1968 fue Jefe de Planificación y Política del World Bank.

1 comentario:

  1. No sé qué resultará de esta alianza....pero con Acuña cuyo partido es justamente "Alianza para el progreso", la verdad que no le veo mucha fuerza, menos unidad a futuro.

    PPK se va a difuminar entre varios aspirantes de su misma alianza....lamentablemente.

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