TRAVESIA DE UN LIBERTARIO: Política y poder en Mario Vargas Llosa[*]
“La política real, no aquella que se lee y escribe, se piensa y se imagina –la única que yo conocía-, sino la que se vive y practica día a día, tiene poco que ver con las ideas, los valores y la imaginación, con las visiones teleológicas –la sociedad ideal que quisiéramos construir- y, para decirlo con crudeza, con la generosidad, la solidaridad y el idealismo. Está hecha casi exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias, traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de malabares. Porque al político profesional, sea de centro, de izquierda o de derecha, lo que en verdad lo moviliza, excita y mantiene en actividad es el poder, llegar a él, quedarse en él o volver a ocuparlo cuanto antes. Hay excepciones, desde luego, pero son eso: excepciones. Muchos políticos empiezan animados por sentimientos altruistas –cambiar la sociedad, conseguir la justicia, impulsar el desarrollo, moralizar la vida pública-, pero, en esa práctica menuda y pedestre que es la política diaria, esos hermosos objetivos van dejando de serlo, se vuelven meros tópicos de discursos y declaraciones –de esa persona pública que adquieren y termina por volverlos casi indiferenciables- y, al final, lo que prevalece en ellos es el apetito crudo y a veces inconmensurable de poder. Quien no es capaz de sentir esa atracción obsesiva, casi física, por el poder, difícilmente llega a ser un político exitoso”.
El pez en el agua. Memorias (1993)
1. EXORDIO
Yo veté a Vargas Llosa de mis lecturas cuando tuve 18 años y era un joven militante dogmático de alguna de las pequeñas capillas de la vieja nueva izquierda peruana. Hasta antes de esta exclusión que reconozco fue por razones meramente ideológicas y por cierto nada literarias, más bien extraliterarias o inclusive anti literarias, había leído al escritor en las lecturas obligadas de secundaria: Los Cachorros, Los Jefes, La Ciudad y los Perros… más adelante, sin entender cabalmente su evolución ideológica me permití leer otras obras más, incluidas La casa verde y Conversación en La Catedral. El anatema surge del hecho que había dejado de ser de izquierda y se había pasado con cajas y petacas al enemigo for default, que veíamos en quien se atrevía a disputar las verdades inconmovibles que abrazábamos con la ciega fe antes que con la resuelta convicción del conocimiento.
[*] El presente es un fragmento del ensayo que vengo preparando sobre este tema y que constituye una reflexión, a partir del pensamiento de Mario Vargas Llosa, sobre la concepción de la política y sus dimensiones éticas en el Perú desde una perspectiva liberal.
[1] Nos referimos a la expresión empleada por Paul Valery al decir de la lectura “es un vicio impune”.
[2] Una gratitud especial debo a mis lecturas de Gramsci y Lukács, deuda en particular por sus aproximaciones a la cultura y la teoría literaria, que complementé con mi estudio de las corrientes del socialismo humanista y de la teoría crítica, particularmente de la Escuela de Frankfurt a través de Adorno, Max Horkheimer y Jurgen Habermas.
[3] Isaac Deutscher. Herejes y renegados. Barcelona, Ariel (1970)
Que bueno que levantaste la autocensura que te impusiste respecto a MVLL.
ResponderEliminarTambién admiro (más allá de cualquier discrepancia)su inagotable capacidad de disciplina y la rigurosidad con que ha llevado adelante su pasión, porque eso es lo que mantiene vigente e incansable a un don Mario pleno y fulguroso.
Saludoss, ha sido interesante leerte.