miércoles, 8 de diciembre de 2010

ANTICIPO DE ENSAYO SOBRE POLÍTICA Y PODER EN MVLL


TRAVESIA DE UN LIBERTARIO: Política y poder en Mario Vargas Llosa[*]

“La política real, no aquella que se lee y escribe, se piensa y se imagina –la única que yo conocía-, sino la que se vive y practica día a día, tiene poco que ver con las ideas, los valores y la imaginación, con las visiones teleológicas –la sociedad ideal que quisiéramos construir- y, para decirlo con crudeza, con la generosidad, la solidaridad y el idealismo. Está hecha casi exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias, traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de malabares. Porque al político profesional, sea de centro, de izquierda o de derecha, lo que en verdad lo moviliza, excita y mantiene en actividad es el poder, llegar a él, quedarse en él o volver a ocuparlo cuanto antes. Hay excepciones, desde luego, pero son eso: excepciones. Muchos políticos empiezan animados por sentimientos altruistas –cambiar la sociedad, conseguir la justicia, impulsar el desarrollo, moralizar la vida pública-, pero, en esa práctica menuda y pedestre que es la política diaria, esos hermosos objetivos van dejando de serlo, se vuelven meros tópicos de discursos y declaraciones –de esa persona pública que adquieren y termina por volverlos casi indiferenciables- y, al final, lo que prevalece en ellos es el apetito crudo y a veces inconmensurable de poder. Quien no es capaz de sentir esa atracción obsesiva, casi física, por el poder, difícilmente llega a ser un político exitoso”.

El pez en el agua. Memorias (1993)

1. EXORDIO

Yo veté a Vargas Llosa de mis lecturas cuando tuve 18 años y era un joven militante dogmático de alguna de las pequeñas capillas de la vieja nueva izquierda peruana. Hasta antes de esta exclusión que reconozco fue por razones meramente ideológicas y por cierto nada literarias, más bien extraliterarias o inclusive anti literarias, había leído al escritor en las lecturas obligadas de secundaria: Los Cachorros, Los Jefes, La Ciudad y los Perros… más adelante, sin entender cabalmente su evolución ideológica me permití leer otras obras más, incluidas La casa verde y Conversación en La Catedral. El anatema surge del hecho que había dejado de ser de izquierda y se había pasado con cajas y petacas al enemigo for default, que veíamos en quien se atrevía a disputar las verdades inconmovibles que abrazábamos con la ciega fe antes que con la resuelta convicción del conocimiento.

El comportamiento polémico de los escritos de MVLL, su abierta negación de la infabilidad de los teóricos de izquierda, la puesta en duda de nuestro supuesto hegemónico en el pensamiento político, y la abierta acusación del socialismo autoritario bastó para echarlo de mis preferencias culturales, lo que me privó de disfrutar de su ficcionario narrativo y sobretodo de seguir su producción ensayística por el prurito absurdo de que así me evitaba leer a un escritor de derecha. Confieso, a estas alturas, que este fue uno de los más grandes errores cometidos en mi vida que hoy reconozco con sincera autocrítica. Casi diez años duró esta autocensura. Luego me eche a leer con voracidad las novelas y obras de teatro que me había perdido, haciendo justicia a la expresión de Valery respecto a asumir la lectura como un vicio impune[1]. Los ensayos políticos, sin embargo aún los frecuentaba con cierto resquemor, pues aún cuando recusada la formula estaliniana del ML gracias a mi descubrimiento del marxismo occidental, particularmente de Antonio Gramsci, Theodor Adorno, Anton Pannekoek y György Lukács[2], abrazaba un socialismo más humanista y democrático cuando pasé de ser un acólito del marxismo leninismo a convertirme en un militante anti dogmático, casi un hereje y renegado a semejanza de la crítica lapidaria de Deutscher en su libro emblemático[3].

Por cierto, ente reencuentro con el autor de “La guerra del fin del mundo” no me convirtió automáticamente en un vargallosiano convencido, y por ende en proclive de su ideario liberal. Pero me devolvió el respeto y admiración por una obra literaria abierta y técnicamente rigurosa, pero sobre todo por un pensamiento democrático sincero y honesto, donde aparece como una constante su indesmayable proclama libertaria, con la cual se puede discrepar en aspectos fundamentales, pero sin dejar de reconocer su matriz de autenticidad y criticismo, donde la política aparece ligada indiscutiblemente a un horizonte ético y hasta utópico en razón de su radicalidad para empatar discurso y praxis política, pasión y racionalidad, medios y fines.

Es a propósito de una relectura más reposada de sus memorias, y muchos de sus artículos principalmente políticos, que me animé a escribir este ensayo, sin mayor pretensión que encontrar los referentes de su obra como novelista y ensayista, donde el ejercicio de la libertad aparece como una constante, haciendo posible el reconocimiento del enorme poder de la escritura que en MVLL se convierte tanto en su fabulación como en su reflexión serena sobre temas trascendentes aunque siempre tensionada por los acontecimientos coyunturales que comparte a partir de sus artículos periodísticos y que nos devuelven a la fascinación por una escritura acerca del poder.

Debo confesar que no escribo con el encandilamiento fácil de quien piensa oportunistamente homenajear al recientemente galardonado Nobel 2010, sino en un acto de justicia con el intelectual que un día desdeñe, y que hoy, para nuestra propia expiación, ha seguido su travesía libertaria con el mismo brío y convicción desde hace medio siglo.




[*] El presente es un fragmento del ensayo que vengo preparando sobre este tema y que constituye una reflexión, a partir del pensamiento de Mario Vargas Llosa, sobre la concepción de la política y sus dimensiones éticas en el Perú desde una perspectiva liberal.

[1] Nos referimos a la expresión empleada por Paul Valery al decir de la lectura “es un vicio impune”.

[2] Una gratitud especial debo a mis lecturas de Gramsci y Lukács, deuda en particular por sus aproximaciones a la cultura y la teoría literaria, que complementé con mi estudio de las corrientes del socialismo humanista y de la teoría crítica, particularmente de la Escuela de Frankfurt a través de Adorno, Max Horkheimer y Jurgen Habermas.

[3] Isaac Deutscher. Herejes y renegados. Barcelona, Ariel (1970)

1 comentario:

  1. Que bueno que levantaste la autocensura que te impusiste respecto a MVLL.

    También admiro (más allá de cualquier discrepancia)su inagotable capacidad de disciplina y la rigurosidad con que ha llevado adelante su pasión, porque eso es lo que mantiene vigente e incansable a un don Mario pleno y fulguroso.

    Saludoss, ha sido interesante leerte.

    ResponderEliminar