Juventud contra guerra y fascismo
Juventud contra guerra y fascismo
Un chancho con armadura
Sigue siendo un chancho
Juventud contra guerra y fascismo
Espero que tu generación
Pueda algún día avergonzarse
De la nuestra…
Puedo imaginármelos saltando y cantando a gritos en un concierto rockero. O danzando en un rave de música electrónica, quizá en un festival de cumbia o en pleno “perreo”. Pero lo visto este jueves 26 de mayo aunque no fue exactamente una fiesta, fue un momento de protesta protagonizado por una multitudinaria presencia de jóvenes de toda edad y condición para gritarle al mundo su indignación frente al intento de Keiko y su restauración fujimontesinista.
Qué puede explicar esta presencia. Es acaso como nos los quieren hacer creer los medios alquilados por la derecha y los intereses del gran capital, un puñado de infiltrados, de jovencitos engatusados por los agitadores de siempre. Hasta cuándo van a seguir presentando nuestro país como un territorio poblado por incautos e ignorantes.
Las y los jóvenes marcharon con sus mayores para decirle “¡No a Keiko, Fujimori nunca más!”, aun cuando muchos eran unos infantes cuando los adultos vivimos la larga noche de la dictadura. Este mayo limeño los jóvenes marcharon para decirle al Perú que aún en sus cortos años también tienen memoria. Que la memoria no es un asunto de tener años de más, la memoria colectiva está siempre intacta en los pueblos que nunca se resignaran a ser testigos sin habla, a ser enajenados de su libertad y dignidad.
Es difícil extraer de los procesos políticos sus mejores enseñanzas para las nuevas generaciones, pero no es imposible. Esta tarea educativa nos corresponde a los mayores, que estuvimos en la calle como ellos ahora. Para demostrar que los valores de la democracia no son bandera excluyente de los partidos liberales, sino que por el contrario, nuestra divisa es democrática, pues significa que la democracia hoy en día es libertad e igualdad, es garantizar la inclusión y el progreso para todos. Ahora que las corrientes socialistas y libertarias han hecho suya la democracia como valor, como práctica y como referente de las nuevas generaciones, porque entendimos que la democracia además de una forma de gobierno político es una forma de sociedad, de vida, de catadura moral, pública y privada.
Por eso no nos llama a sorpresa ver que ocho de cada diez personas que desfilaron en la marcha convocada por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, de esos muchos miles, fueron jóvenes, mujeres y varones, con sus libros en una mano y con el corazón en la otra, dejando gritar al cuerpo junto a la palabra, para decirles a aquellos que nos quieren condenar a un destino de opereta que no queremos ser más su pasado, que basta ya de tanta miseria moral, que es hora de apostar por el futuro, y que no están dispuestos a ceder un milímetro de la democracia que conquistamos, aun imperfecta, pues esta es parte de la promesa de la vida peruana.
Pues la marcha del jueves, aún con los gritos que aún se abrieron por anchas avenidas no dejo de ser fiesta y hasta provista de manifestaciones más bien juveniles y chongueras, pues con toda la seriedad de sus contenidos no dejo de ser una celebración de la vida, la afirmación de los valores más puros y sinceros en esta hora crucial para el país.
Por todo ello no puedo dejar de emocionarme como adulto que soy al ver las fotografías e imágenes de video de todos lo que allí estuvieron, sobre todo las y los jóvenes, que desfilaron, participando convencidos y hermosos en una batalla que ya quisieran los asesinos del futuro que sintamos como irremediablemente perdida.
Qué orgullo, qué lección enorme de esperanza nos dieron. Nuestro reconocimiento a este mayo juvenil debe llevarnos a jurar que no dejaremos de combatir, y que la gesta de este jueves es ya un ejemplo imborrable para todos aquellos que llegado el momento también estarán en la calle peleando codo a codo, nuestros propios hijos, marchando con los pares de su generación y con nosotros, sus padres, en defensa de la democracia.
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