Keiko Fujimori es la reencarnación de Electra. Como en la tragedia griega, terminó amando al padre y deseando inconscientemente la muerte de la madre. Asi se comportó en los días de la naciente dictadura, cuando Alberto Kenya Fujimori añadió a su prontuario voluminoso de crímenes y abusos la agresión cobarde a su esposa Susana Higuchi. Pero su actitud despótica no terminó con el repudio a su legal consorte. No contento con expulsarla, la secuestró y torturó como a cualquiera de sus enemigos políticos. Y todo con la complicidad de sus hijos, o su interesado silencio. Entre todos ellos sobresale la actitud de Keiko, quien se estrenó en política como primera dama de la dictadura, sin una lágrima, sin hacer siquiera un rictus de amargura o arrepentimiento, y segura que ganaba mucho más con la pérdida de su propia madre. Con este gesto demostró su sangre fría, mostrándose desde joven calculadora y cínica, herencia temperamental del padre, quien no se amilanó de romper años de matrimonio y su propia familia para quitarse de encima un posible peligro a su control absoluto del poder. ¿Qué fue tan grave para que el japonés infame termine por atentar, con mano propia, contra su ex mujer, a quien calificara hasta de loca? Nada más bajo y material que las denuncias que hizo del negociado de las donaciones recibidas por sus propios parientes. Conocido el hecho, Fujimori intuyó que otros secretos podían filtrarse desde las mazmorras donde maquinaba los resortes del poder perverso y personalizado que finalmente construyó desde el Estado. Desterrada Susana, Alberto acorazó a sus vástagos, conquistándolos con prebendas y haciéndolos cómplices de sus crímenes. Los estudios en el extranjero, pagados con dineros robados de las arcas públicas son parte de las gollerías que los hijos del clan recibieron a cambio de cerrar filas con el sátrapa. Pero eso no fue suficiente, Alberto trazó un plan invisible, a manera de los emperadores del lejano oriente quiso fundar su propia dinastía para quedarse en el poder por un largo tiempo. Keiko es la avanzada de este proyecto. Con gran parecido a su padre, a la señora candidata le sobra perfidia y doblez para negar su pasado, para declarar que su padre fue el mejor presidente de la historia del Perú, y a la vez jurar (en vano) que no lo liberará de llegar al gobierno. Sonríe, baila y aparece como la niña buena que creció en Palacio a la diestra del Voldemort de la política, pero inocente de los ahogamientos, golpes y picanas que a diario se practicaban durante la dictadura, y que inclusive fueron infringidas a su propia madre. Keiko nos quiere hacer creer inclusive que finalmente ha alcanzado tal estatura política que puede hasta prescindir de su padre, pero inmediatamente dice que en su probable gobierno puede ser asesorada por él. Afirma que su padre es inocente de los crímenes que lo han llevado a ser condenado por la justicia peruana, pero abrumada por las evidencias está dispuesta a aceptar que durante el gobierno de su “api” solo se cometieron algunos errores en momentos excepcionales para el país, y por los cuales pide disculpas. Y por supuesto, marca distancia de la herencia de horror del fujimorismo, para decir que esta se debió a la presencia del maléfico Montesinos. Y todo en nombre del padre, a quien aguarda con los brazos abiertos a espera de la palmadita en la cabeza que recibirá en señal de haber hecho bien la tarea. Por todo lo anterior, nos resulta imposible aceptar la indignidad de votar por alguien como Keiko, que aprobó la humillación y el maltrato de su propia madre, una suerte de matricidio que quiere repetir con sus mentiras o medias verdades que constituyen una afrenta a la patria, que es como recibir una mentada de madre justo en un día como hoy que celebramos el día de todas las madres.
Keiko Fujimori es la hija obediente que no desfallecerá en verse "coronada" porque ya corre por sus venas no solo la ambición por el poder sino porque siente la necesidad imperiosa de continuar con la saga, sin importarle mucho los activos y pasivos que su padre generó.
ResponderEliminarComplejo de electra? claro que si, este es un buen ejemplo de ello.