martes, 31 de mayo de 2011

LA INSUFRIBLE ELEGANCIA DEL NO LIBERALISMO





Dueños de su propia verdad pero enajenados de la realidad, un puñado de personajes de distinto origen se han unificado en una santa cruzada contra todo pronóstico electoral.


Cuasi intelectuales, engreídos de los medios, nuestros queridos conjurados se han atrevido a separarse del sentido común para declararle la guerra a todos aquellos que consideran se han atrevido a cruzar los límites de la racionalidad política.


Aparentemente no tienen una opción ideológica, menos un voto definido, pero aparecen como rabiosos cancerberos del statu quo. Tanto es su miedo a cualquier cambio que aun cuando no lo dicen abiertamente terminan siendo mucho más conservadores al apoyar actitudinalmente a Keiko Fujimori.


Los tenemos mediáticamente prestigiados como Rosa María Palacios quien reacciona con estupor frente a una realidad que no entiende, y que confunde con una distorsión desde su personal visión del futuro político ideal para el país. Se toman en serio su atribuida condición de formadores de opinión y terminan pontificando que Ollanta Humala y Gana Perú son poco menos que excrecencias del sistema. Y es tanta su aflicción por el alejamiento del futuro que visionaron, que terminan fantaseando a partir de su pretérito pluscuamperfecto y afirmando exasperados de que toda política anterior siempre es mejor a la del momento actual.


Lo más grave de esta situación patética es que estos voceros que penan por estos predios, terminan reclamando su oposición a toda iniquidad contra la democracia, aunque al final atentan contra el propio derecho de la gente a pensar diferente que es la base de toda democracia. Los tenemos de todo tamaño y peso en obsesos como Fernando Rospigliosi, que ha encontrado que sus banderas son las de un converso liberal que justifica cualquier fanatismo, al punto de recurrir a sus innegables capacidades para convertirse en datero de lujo de los generales de la guerra sucia contra Ollanta, por ejemplo.


Lo que pasa es que estos apostatas de su propia incredulidad nos quieren vender la idea de que frente a la incontrovertible tendencia de la realidad solo es válida la versión acomodaticia de su propia razón. Son elegantes, pero insufribles, como Jaime Bayly, convencidos que su catadura moral representa un referente para la gente que los ve en las arcadas de su vomito dominical. O que supone que la gente los lee y sigue entusiasmados como lo elucubra Aldo M. desde Correo o los columnistas asalariados de los MQ desde El Comercio. Inclusive que no tienen empacho de terminar de testaferros de los intereses sanchopancescos de los dueños de los periódicos que dicen dirigir como Fritz Du Bois al frente de ese mamotreto que mejor debía llamarse Black Jack antes que Perú21.


Unos se ponen guante blanco como el ministro Ferrero, juran y perjuran desde ese supuesto paraíso de la asepsia ideológica que es la economía positiva, afirmando una y mil razones para oponerse a la candidatura de alguien que como Ollanta no procede del pedigrí neoliberal. Asaltados por el terror de que las gollerías van a acabar, que por ejemplo las mineras tendrán que pagar un impuesto a sus cuantiosas sobre ganancias, sacan su cuco de manual para advertirnos que las acciones de gobierno de este corte radical terminaran por ahuyentar las inversiones.


Otros son profesionales del mimetismo, y como grandes transformistas siempre esconden su sombrero de copa y sus intereses, atacando a los políticos y jurando como cuando juraron lealtad a otro país, que como técnicos no tienen más verdad que los indicadores macroeconómicos, pero aceitados por la bolsa transnacional siempre se dan su vuelta por los programas cómicos siempre dispuestos al ridículo, terminando trastocados inclusive, como PPK, en el rol de un triste clown.


Pero los más preocupantes son aquellos que se ponen al margen de todo, que dicen que votarán en blanco o viciado como tercera y auténtica opción. Que sueltan a los cuatro vientos la falaz especie de que ningún candidato siquiera los enternece. Esos que excluyentes en su derecho a la disidencia, ensombrecen el país, crean más incertidumbre y se rasgan la vestidura para mostrarnos su pecho, supuestamente sin corazón ni magulladuras. Esos que dicen se ponen por encima de todo, pero que en realidad nos están diciendo que todavía somos muy ignorantes, inocentes o discapacitados políticamente para decidir, pero que concluyen su misión sin decirnos que al final su escepticismo también tiene un precio.



Estos son los No liberales, aunque se declaren parte de la ortodoxia de liberalismo, son aquellos que terminaron eligiendo la dictadura que garantice sus intereses económicos aun con el asesinato de la democracia política. Estos son, los suicidas de la moral y de la conciencia quienes nos vienen lanzando sus redes de escepticismo para neutralizarnos en nuestro derecho al libre determinación, a la elección racional que suelen defender a veces. Hay que verlos bien, aun cuando nos hables de libertad y democracia, para no dejarnos encandilar con sus cantos de sirena derrotistas y perplejos.


Pero, al margen de estos tontos útiles, más útiles que tontos o más tontos que útiles según sea el caso pues los hay de todo tamaño, hay otro tipo de peruanos. Son aquellos que arriesgando su imagen y prestigio, su bien ganado nombre y hasta fama, dicen ahora que votarán por Ollanta Humala, y que firman los numerosos comunicados o marchan públicamente por el No a Keiko y Fujimori nunca más, que se atreven a decir en los medios que aun los invitan, su verdad y convicción, que son parte de ese cuantioso e invalorable grupo de intelectuales, de hombres de ciencia, investigadores y académicos, de escritores y artistas que se vienen plegando a la única y tal vez última alternativa que a las peruanas y peruanos probos, nos queda antes que nos caiga la noche.


Son cientos de personas que tal vez no llevan un polo con el símbolo de Gana Perú, ni menos pueden ser acusados de nacionalistas o izquierdistas, que hasta proceden de los predios del liberalismo democrático como Mario Vargas Llosa, y su familia en pleno, y que inclusive como Ricardo Vásquez Kunze (Perú21, 30.05.11) se reclama un hombre de derecha pero con derecho para disentir y apelar a su libertad individual para decir públicamente que no votará por Keiko y si por Ollanta. Estos son los hombres y mujeres dignas que ahora, a puertas de este desenlace electoral, ven al Perú en una encrucijada, y se han decidido optar por la democracia, no una de ficción, sino esta que tenemos, llena de imperfecciones pero nuestra y real. Por esa razón votarán este domingo próximo por Ollanta Humala y Gana Perú, para decirle al país entero que la luz derrotará a las sombras y que la esperanza finalmente doblegará al miedo.

sábado, 28 de mayo de 2011

LA JUVENTUD NOS ENSEÑA EL CAMINO

Juventud contra guerra y fascismo
Juventud contra guerra y fascismo

Juventud contra guerra y fascismo

Un chancho con armadura

Sigue siendo un chancho

Juventud contra guerra y fascismo

Espero que tu generación

Pueda algún día avergonzarse

De la nuestra…



Luis Hernández


(Desde donde estés Carlos Iván, tu los viste, y también hubieras querido marchar con ellos. Va por tí, en tu homenaje).


Puedo imaginármelos saltando y cantando a gritos en un concierto rockero. O danzando en un rave de música electrónica, quizá en un festival de cumbia o en pleno “perreo”. Pero lo visto este jueves 26 de mayo aunque no fue exactamente una fiesta, fue un momento de protesta protagonizado por una multitudinaria presencia de jóvenes de toda edad y condición para gritarle al mundo su indignación frente al intento de Keiko y su restauración fujimontesinista.


Qué puede explicar esta presencia. Es acaso como nos los quieren hacer creer los medios alquilados por la derecha y los intereses del gran capital, un puñado de infiltrados, de jovencitos engatusados por los agitadores de siempre. Hasta cuándo van a seguir presentando nuestro país como un territorio poblado por incautos e ignorantes.


Las y los jóvenes marcharon con sus mayores para decirle “¡No a Keiko, Fujimori nunca más!”, aun cuando muchos eran unos infantes cuando los adultos vivimos la larga noche de la dictadura. Este mayo limeño los jóvenes marcharon para decirle al Perú que aún en sus cortos años también tienen memoria. Que la memoria no es un asunto de tener años de más, la memoria colectiva está siempre intacta en los pueblos que nunca se resignaran a ser testigos sin habla, a ser enajenados de su libertad y dignidad.


Es difícil extraer de los procesos políticos sus mejores enseñanzas para las nuevas generaciones, pero no es imposible. Esta tarea educativa nos corresponde a los mayores, que estuvimos en la calle como ellos ahora. Para demostrar que los valores de la democracia no son bandera excluyente de los partidos liberales, sino que por el contrario, nuestra divisa es democrática, pues significa que la democracia hoy en día es libertad e igualdad, es garantizar la inclusión y el progreso para todos. Ahora que las corrientes socialistas y libertarias han hecho suya la democracia como valor, como práctica y como referente de las nuevas generaciones, porque entendimos que la democracia además de una forma de gobierno político es una forma de sociedad, de vida, de catadura moral, pública y privada.


Por eso no nos llama a sorpresa ver que ocho de cada diez personas que desfilaron en la marcha convocada por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, de esos muchos miles, fueron jóvenes, mujeres y varones, con sus libros en una mano y con el corazón en la otra, dejando gritar al cuerpo junto a la palabra, para decirles a aquellos que nos quieren condenar a un destino de opereta que no queremos ser más su pasado, que basta ya de tanta miseria moral, que es hora de apostar por el futuro, y que no están dispuestos a ceder un milímetro de la democracia que conquistamos, aun imperfecta, pues esta es parte de la promesa de la vida peruana.


Pues la marcha del jueves, aún con los gritos que aún se abrieron por anchas avenidas no dejo de ser fiesta y hasta provista de manifestaciones más bien juveniles y chongueras, pues con toda la seriedad de sus contenidos no dejo de ser una celebración de la vida, la afirmación de los valores más puros y sinceros en esta hora crucial para el país.


Por todo ello no puedo dejar de emocionarme como adulto que soy al ver las fotografías e imágenes de video de todos lo que allí estuvieron, sobre todo las y los jóvenes, que desfilaron, participando convencidos y hermosos en una batalla que ya quisieran los asesinos del futuro que sintamos como irremediablemente perdida.


Qué orgullo, qué lección enorme de esperanza nos dieron. Nuestro reconocimiento a este mayo juvenil debe llevarnos a jurar que no dejaremos de combatir, y que la gesta de este jueves es ya un ejemplo imborrable para todos aquellos que llegado el momento también estarán en la calle peleando codo a codo, nuestros propios hijos, marchando con los pares de su generación y con nosotros, sus padres, en defensa de la democracia.

viernes, 20 de mayo de 2011

El legado de Carlos Iván Degregori

LUCIDEZ Y PERMANENCIA[1]




Mi primer recuerdo de Carlos Iván se dio cuando militamos en uno de esos partidos de izquierda que terminaban siempre fracturados. Allí estaba él, impertérrito, alentando un proyecto de unidad, con la firmeza que da la convicción y con la alegría sencilla que nos inocula la esperanza, aún a contracorriente de las aguas turbulentas de la política en el que vivimos desde nuestras precarias militancias en los ochenta, siempre expuestos al riesgo de naufragar en medio de inmemorables divisiones, y todo en nombre de la verdad auto iluminada.


Cuando descubrí que además de ser el honrado dirigente político y el intelectual sincero y apasionado (algo singular en la pretendida actitud de neutralidad que se exige para otorgar el estatus de científico o de ciencia), Carlos Iván cultivó ese raro don de generar simpatía y amistad inmediatas.


Para muchos de mi generación, apreciábamos esa generosidad con la que nos brindaba, aún con su recargada agenda, un espacio para recibirnos y conversar. Su especial disposición a escuchar no sólo se derivaba de su oído antropológico sino de su afán por acercarse a la gente y comprenderlo todo, como correspondencia práctica con ese sentido de lo humano que guió toda su vida.


Otros amigos han hablado con propiedad de su excelsa prosa y su dimensión comunicativa, sólo diremos aquí que fue tanta su entrega a la cultura, y a la necesidad de expresar a su vocación literaria que se decidió a estudiar en la Maestría de Lengua y Literatura en San Marcos, siendo un alumno discreto pero de lujo, de lo cual pueden testimoniar sus colegas profesores y compañeros de aula. Sin duda alguna, Carlos Iván fue un escritor talentoso, lo cual es corroborado por su numerosa obra publicada, lo cual deberá ser revalorado como un atributo especial que hace más relevante su reflexión intelectual.


Junto a su privilegiada escritura e inclinación por la poesía, que siempre acudieron fieles en su auxilio aún para exponer las más abstractas elaboraciones de su pensamiento, completaban sus atributos las dotes de un habil polemista y expositor didáctico y ameno. El auditorio siempre lleno, escuchaba a Carlos Iván con respeto no sólo por su conocimiento de las ciencias sociales, sino su envidiable cultura. Aun recuerdo muchas de las intervenciones de CID, por ejemplo una sobre interculturalidad, donde empieza con la lectura de un poema de Octavio Paz (Piedra del Sol), que por la inmensidad del poema y la intensidad de su lectura no podía ser más apropiada como epígrafe a la brillante intervención que le siguió.


Pero como muchos, le debo a Carlos Iván mucho más, y en honor a la amistad que me brindó, debo de testimoniar mi gratitud por algo crucial en mi vida: Le debo a CID el haberme salvado del dogmatismo que llevó a otros de mi generación al despeñadero de un sacrificio inútil, en el horror de los años infaustos del conflicto armado interno. Fue Carlos Iván con su discurso sencillo quien nos enseñó a pensar el Perú de una manera diferente, más allá de los moldes estereotipados del marxismo de catecismo que mal aprendimos en los círculos de estudios partidarios y también en algunos cursos en la universidad.


Son tres los aspectos que he de reconocer en la influencia recibida de Carlos Iván. Primero la búsqueda de un marxismo abierto y creador. La segunda, el entronque del socialismo y la nación. Y en tercer lugar, ese giro que se viene dando para hacer posible una izquierda moderna y democrática.


Respecto a lo primero, fue Carlos Iván uno de los principales animadores de un debate sobre el marxismo que llevó a rechazar la formula estaliniana del Marxismo-Leninismo (M-L). Recuerdo que a su influjo descubrimos el marxismo occidental, particularmente a pensadores como Anton Pannekoek y György Lukács, a Theodor Adorno de la Escuela de Frankfurt, y gracias a Sinesio López –otro gran maestro y amigo- conocimos el pensamiento de Antonio Gramsci. Pero por encima de todo, CID nos recordó que el marxismo era principalmente una guía para la acción, una manera de pensar los problemas acuciantes de nuestros tiempos y no un manual o un vademécum que nos da la fórmula mágica para hacer política. Como olvidar su simple pero efectivo argumento acerca de que la expresión “M-L” era una grosera reducción y fosilización del pensamiento marxista y que ese pretendido “leninismo” hacia también del aporte de Lenin una receta dogmática, “un pensamiento congelado y más frío que el cadáver momificado del propio Lenin en su mausoleo de hielo en la Plaza Roja” como solía decirnos.


Como olvidar a CID defendiendo la necesidad de un marxismo nacional y un socialismo peruano, entroncado en nuestra historia y cultura, recogiendo de este modo el aporte sustantivo del propio José Carlos Mariátegui, respecto a que había que enraizar el socialismo que no debía ser calco ni copia sino creación heroica. Los ejemplos que usaba para ilustrar el dogmatismo contumaz que nos impedía pensar con cabeza propia fueron notables. Nos decía, por ejemplo, que en el colmo de la exégesis, muchos militantes de la izquierda en los setenta seguían día a día el proceso de la Revolución Cultural Proletaria y de la Banda de los Cuatro que acontecía en la China de Mao[2] pues estaban más pendientes de la realidad de otros países y olvidaban el propio, pues no habían leído bien a Mariátegui y menos a Arguedas, y pretendían “hacer la revolución sin conocer la realidad nacional”.


Pero la apuesta central de Carlos Iván, y en esto es un precursor, es el entendimiento de la cuestión de la democracia en países como el nuestro. El péndulo entre regímenes de democracia representativa y dictaduras resultado de improntas golpistas mayormente protagonizadas por militares, junto a la crisis del Estado y la presión que ejercían los movimientos sociales, sistemas políticos inestables, instituciones democráticas precarias, y con partidos políticos debilitados, llevaban a democracias ingobernables, frente a lo cual la tarea de la izquierda debería estar en una revaloración de la democracia representativa, la importancia de intervenir en la competencia electoral, lo decisivo en la política moderna que constituye la construcción de hegemonías desde la sociedad y proyectos nacionales.


El camino entonces ya no estaba en la repetición de la revolución en su sentido clásico, esto es, en la destrucción del Estado y el asalto del poder, se abría una vía democrática al socialismo, que demandaba una mejor comprensión de los problemas más urgentes del Estado y la sociedad, en una nueva concepción del poder, y por ende de la estrategia para construirlo en el Perú del siglo XX.


Esto fue sostenido, entre otros innovadores, por Carlos Iván Degregori, y posteriormente permitió que la izquierda evolucione de sus pequeñas capillas en una alternativa política de amplios sectores sociales, y es asi que en esta condición pudo hacerse de la alcaldía de Lima con Alfonso Barrantes, y otras municipalidades del país, adquiera una significativa representación en el Congreso de la República con Izquierda Unida, y hasta disputar las elecciones presidenciales en 1985 inclusive.


El surgimiento de Sendero Luminoso y el MRTA en los ochenta permitió vislumbrar nuevamente el análisis sereno y la lucidez de CID. Carlos Iván fue capaz de anticipar el peligro del terrorismo sectario y criminal que en su insania declaró la guerra al Estado y en su infamia colocó como a la democracia peruana en su interregno más peligroso. Sin reparar en los ataques arteros y las afiebradas invectivas de los responsables de la espiral de violencia armada en nuestro país, prosiguió a través de sus investigaciones y conferencias una labor paciente de esclarecimiento y denuncia de los peligros que entrañaba. Empero, con la misma energía cuestionó los métodos empleados desde el Estado, que hicieron de la tortura, las desapariciones y el vil asesinato no una excepción ni un exceso, sino una política sistemática que violaba los Derechos Humanos en lugar de defenderlos de los artífices de la violencia. Es entonces cuando es elegido miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).


La CVR fue el espacio donde confluyeron la más amplia pléyade de personalidades de los campos académicos, la cultura y la institucionalidad democrática. Incomprendida desde un primer inicio, sus méritos pueden evaluarse además de un cuidadoso legajo de nueve tomos de los resultados de las investigaciones realizadas en los escenarios de la violencia política por la vigencia de sus recomendaciones para dar lugar a políticas de reparación como el instrumento para que el Estado pague su deuda con las víctimas de la violencia y sus familias.


Nunca tan cerca arremetió lo lejos, escribió como título de uno de sus libros, y es que la misión de la CVR nos llevó a descubrir que el país en el cual vivíamos había sangrado profusamente, que el conflicto armado interno había produciendo enormes divisiones entre peruanos, y que la esperanza de justicia pasaba por el develamiento de la verdad, en la recuperación de la memoria, donde la reconciliación y el perdón pasaba por el doloroso trance de reconocer la envergadura de esta tragedia nacional. Carlos Iván fue uno de los principales impulsores de este proceso, y el extenso informe que alumbró la CVR mereció en muchas partes su agudo análisis y prestigiada prosa.


Su última batalla fue sin embargo contra la enfermedad, la que finalmente perdió, pero no por ello esta travesía dejó de ser también una nueva lección de vida. Con estoicismo soportó los momentos más difíciles de un mal que le produjo enormes estragos pero sin aletargar sus reflejos políticos y su mente preclara. Lo bueno de esta última etapa es que siempre se sintió rodeado y querido por sus familiares y amigos, entre ellos muchos de sus discípulos y jóvenes alumnos, los que siempre alegraban por breves instantes su dolida existencia y alimentaban sus ganas de vivir con nuevos temas y problemas que investigar.


Se suele decir que la mayor lucidez que alcanzamos es frente a la impostergable inminencia de la muerte. Pero la lucidez de Carlos Iván es prodigiosa, pues siempre estuvo presente en cada momento de su fecunda vida. Esta última etapa de su vida fue muy intensa. Consciente de que era poco el tiempo que tenía por delante se apresuró por cumplir con sus pendientes, pero sin dejar de mirar temas nuevos y actuales, en esa curiosidad sistemática muy propia del investigador que siempre fue, con una enorme convicción en el futuro, sin dejar de soñar un país más moderno y democrático, más próspero y justo, unido e inclusivo.


Carlos Iván se va pero dejándonos como tareas iniciadas un conjunto de temas fundamentales que expresan su honda preocupación por vincular política, sociedad y cultura. Un legado enorme que recibimos en su obra, con afecto, orgullo y responsabilidad de difundir, de continuar y dar permanencia. Por eso hoy que se acerca irremediablemente el final, debo confesar que me sigo imaginando a Carlos Iván como el Cid Campeador, un héroe presto a seguir ganando batallas aun cuando ya no se encuentre entre nosotros.








[1]Carlos Iván Degregori acaba de partir. Este breve homenaje formaba parte de aquellos artículos que esperaban ser concluidos, y que fui postergando sin mayor explicación. Tal vez porque en esos días ya habían sido publicados sentidos textos con mucho afecto y amistad, lo que hacía de mi testimonio algo ya innecesario, o quizás por intentar evitar las circunstancias dolorosas e inevitables de esta pérdida a la que nos resistíamos a aceptar. En breve se producirá la aparición de muchos artículos más en su memoria, sin embargo no queremos dejar de manifestar a través de estas líneas, la personal e inolvidable experiencia de haberlo conocido.


[2] Sus líderes Jiang Qing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen que radicalizaron el proceso político chino para arrinconar a aquellos sectores acusados de derechistas y pro capitalistas, fueron finalmente derrotados, defenestrados del poder y encarcelados a la muerte de Mao Zedong por Deng Xiaoping, justamente el mayor exponente del ala derecha del PCCH.












martes, 10 de mayo de 2011

¡AHÍ VIENE EL LOBO!

Como el zagal de la fábula, la derecha viene en plan de meter miedo al electorado con su grita destemplada: ¡Cuidado que ahí viene el lobo, que viene el lobo!

Una y otra vez la derecha nos repite su sonsonete y aunque es de tontos no percatarse de esta trama mentirosa, todavía sigue teniendo efecto sobre algunos peruanos que terminan creyéndose tan desvergonzada farsa. Y es que este tinglado que ha sido urdido por los preocupados dueños de empresas, bancos y comercios que conforman el poder económico y la mayoría de los medios de comunicación obsecuentes al viejo poder corrupto y criminal que nos gobernó en los noventa y que pretende reinstalarse con un gobierno de Keiko Fujimori lo que demuestra su pavor respecto a la posibilidad de perder el control del Estado.


Nuestra derecha, que hace tiempo arrió sus banderas liberales (si alguna vez las tuvo), le teme a todo lo que aparezca como cambio, y más todavía a que se consolide una alternativa de cambio en democracia como la que representa Ollanta Humala. Es tanto el miedo que tienen estos sectores que terminan proyectando sus temores al conjunto de la población. Valiéndose de todo lo que tienen a su alcance, han inundado titulares de periódico, noticieros, revistas y programas televisivos con contenidos cada cual más esperpéntico y solapado que el otro. El lector de noticias, el televidente o radio escucha no puede dar crédito a tanta miseria comunicativa. Pero, erre con erre, la derecha unida, consciente de su farsa, sigue en la brega desgañitándose con libelos como “la libertad de prensa peligra”, “perderemos todo”, “expropiarán nuestros ahorros y fondos de pensiones”, etc. Sin embargo, esta histeria es mayúscula cuando a libertades democráticas y derechos se refiere.


Olvidando que su pasado antidemocrático la condena, la derecha quiere presentar a Ollanta Humala como el lobo feroz de la historia, y para ello se vale de los medios áulicos al fujimontesinismo quienes no titubean para colgarle un cartel de neón como “autoritario” y “violentista”.


Pero, ¿quiénes son realmente los “autoritarios y violentistas en verdad? ¿Acaso no es la derecha la más autoritaria, golpista y violadora de los Derechos Humanos a lo largo de su historia? ¿Acaso no es verdad que ahora apaña el proyecto regresivo que lidera doña Keiko Fujimori por encargo de su papito? ¿No es acaso cierto que la derecha fragmentó su votación en la primera vuelta para una mayor chance de Keiko en segunda vuelta?


Es por eso que la derecha ahora ofrece un nuevo y sólido frente único para cerrar el paso a Ollanta. Se traga todos los sapos del fujimorismo, y busca favorecerlo a toda costa con las millonarias bolsas que ha reunido, el canje degradante de alimentos por votos, la entrega en bandeja de los medios de comunicación, la campaña de amedrentamiento que ha iniciado en los órganos de justicia e instituciones públicas, etc.


Y es por eso que no le interesa mirar hacia atrás pues se encontrará con las huellas de los crímenes del fujimorismo, la corrupción oficial y la verdadera doctrina aprendida por sus acólitos de matriz autoritaria, impuesta a sangre y fuego.


Es por ello que constituye un deber central en esta campaña denunciar estos intereses maromeros que sacrifican principios e intereses nacionales y ciudadanos para satisfacer los propios. Así como recordar que los que ahora aparecen como indefensas víctimas, como amenazados corderos son en realidad los lobos que en el pasado se tragaron el Perú, la dignidad y la vida de muchos peruanos y peruanas a dentellada limpia.

domingo, 8 de mayo de 2011

EN EL NOMBRE DEL PADRE



Keiko Fujimori es la reencarnación de Electra. Como en la tragedia griega, terminó amando al padre y deseando inconscientemente la muerte de la madre. Asi se comportó en los días de la naciente dictadura, cuando Alberto Kenya Fujimori añadió a su prontuario voluminoso de crímenes y abusos la agresión cobarde a su esposa Susana Higuchi. Pero su actitud despótica no terminó con el repudio a su legal consorte. No contento con expulsarla, la secuestró y torturó como a cualquiera de sus enemigos políticos. Y todo con la complicidad de sus hijos, o su interesado silencio. Entre todos ellos sobresale la actitud de Keiko, quien se estrenó en política como primera dama de la dictadura, sin una lágrima, sin hacer siquiera un rictus de amargura o arrepentimiento, y segura que ganaba mucho más con la pérdida de su propia madre. Con este gesto demostró su sangre fría, mostrándose desde joven calculadora y cínica, herencia temperamental del padre, quien no se amilanó de romper años de matrimonio y su propia familia para quitarse de encima un posible peligro a su control absoluto del poder. ¿Qué fue tan grave para que el japonés infame termine por atentar, con mano propia, contra su ex mujer, a quien calificara hasta de loca? Nada más bajo y material que las denuncias que hizo del negociado de las donaciones recibidas por sus propios parientes. Conocido el hecho, Fujimori intuyó que otros secretos podían filtrarse desde las mazmorras donde maquinaba los resortes del poder perverso y personalizado que finalmente construyó desde el Estado. Desterrada Susana, Alberto acorazó a sus vástagos, conquistándolos con prebendas y haciéndolos cómplices de sus crímenes. Los estudios en el extranjero, pagados con dineros robados de las arcas públicas son parte de las gollerías que los hijos del clan recibieron a cambio de cerrar filas con el sátrapa. Pero eso no fue suficiente, Alberto trazó un plan invisible, a manera de los emperadores del lejano oriente quiso fundar su propia dinastía para quedarse en el poder por un largo tiempo. Keiko es la avanzada de este proyecto. Con gran parecido a su padre, a la señora candidata le sobra perfidia y doblez para negar su pasado, para declarar que su padre fue el mejor presidente de la historia del Perú, y a la vez jurar (en vano) que no lo liberará de llegar al gobierno. Sonríe, baila y aparece como la niña buena que creció en Palacio a la diestra del Voldemort de la política, pero inocente de los ahogamientos, golpes y picanas que a diario se practicaban durante la dictadura, y que inclusive fueron infringidas a su propia madre. Keiko nos quiere hacer creer inclusive que finalmente ha alcanzado tal estatura política que puede hasta prescindir de su padre, pero inmediatamente dice que en su probable gobierno puede ser asesorada por él. Afirma que su padre es inocente de los crímenes que lo han llevado a ser condenado por la justicia peruana, pero abrumada por las evidencias está dispuesta a aceptar que durante el gobierno de su “api” solo se cometieron algunos errores en momentos excepcionales para el país, y por los cuales pide disculpas. Y por supuesto, marca distancia de la herencia de horror del fujimorismo, para decir que esta se debió a la presencia del maléfico Montesinos. Y todo en nombre del padre, a quien aguarda con los brazos abiertos a espera de la palmadita en la cabeza que recibirá en señal de haber hecho bien la tarea. Por todo lo anterior, nos resulta imposible aceptar la indignidad de votar por alguien como Keiko, que aprobó la humillación y el maltrato de su propia madre, una suerte de matricidio que quiere repetir con sus mentiras o medias verdades que constituyen una afrenta a la patria, que es como recibir una mentada de madre justo en un día como hoy que celebramos el día de todas las madres.

sábado, 7 de mayo de 2011

MARCA PERÚ

Me pregunto de aquí a cinco años como será el Perú, con nuestros genomas andinos robados o destruidos por los transgénicos, con la amazonía y la sierra del norte, centro y sur arrasada por las transnacionales de la industria extractiva, con el éxodo de miles de peruanos empobrecidos del campo a las tugurizadas ciudades sin industrias y llenas de productos importados por los malls de capital extranjero, o escapando nuevamente al éxodo salvador del inmigrante; con las calles llenas de gente haciendo cola para algún trabajo o alguna limosna o alimento donados desde palacio, con los criminales y rateros que hicieron mierda nuestro país desde 1992 libres y haciendo negocios con el hambre del pueblo, con Fujimori libre y siendo el gran regente político del su hijita, asegurada la continuidad de su oscuro legado a través de su dinastía familiar; y sentado a la diestra del poder del neo fujimorismo, los empresarios mercantilistas que vendieron la dignidad nacional por el plato de lentejas de la renta fácil, los militares que Montesinos corrompió con gollerías y los jueces prevaricadores premiaron con impunidad, y cagándose de risa entre todos ellos estará también ese personajillo cobarde y alcahuete vestido de arzobispo que tenemos en Lima, narcotraficantes y blanqueadores con más poder político con los congresistas que compraron al peso. Y por supuesto, los orondos dueños de los medios, satisfechos de sus hazañas por la libertad de empresa que disfrazan para los incautos, de libertad de prensa, publicando titulares y editoriales dictados desde alguna otra salita del SIN. Este será nuestro país, cuando nos demos cuenta que Zavalita por fin encontró la respuesta a su consabida y trágica pregunta sobre en qué momento se jodió el Perú.