lunes, 7 de marzo de 2011

¡TIA SUSANAAAA, DEVUÉLVEME MIS CARTELESSSS!!!







Derechos electorales y Derechos ciudadanos



“SE PASÓ ESTA TÍA…QUE SE HABRÁ CREÍDO. Una cosa es que le haya ganado a la Lulú, otra cosa muy distinta es que se lo hayamos perdonado. Putamae, cómo se le ocurre meterse con mis bonitos carteles, que me costaron tanto trabajo armarlos (y tan caros que me salieron). Y no sólo eso, ahora tengo harta chamba con esta campaña y hasta estoy descuidando mis negocios por estar metido en política. Lo que ustedes no saben cómo se cocinó mi canditadura al congreso. Tuve que pelearme con mucha gente para llegar a ser incluido en la lista (pst, pst… no puedo decirles cuanto tuve que pagar para romperle la mano al jefe del partido…), pero aquí estamos….caminando entre arenales, besando a niños con moco, dando la mano a todo el mundo cuando yo en mi bodega no doy gratis ni la hora. Pero bisnes son bisnes, estoy invirtiendo un huevo de plata, y pienso que me tiene que salir a cuenta esta huevaá y darme mis beneficios, porque en eso si soy claro, yo voy al congreso para…servir al pueblo de todo corazón…juá juá juá…claro siempre y cuando pueda recuperar mi plata y abrirme el terreno para hacer algunos buenos faenones, pues como lo he dicho otras veces ‘Nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás’. Encima, ahora la Susanita esta jode que jode. Con esa carita de mosca muerta que tenía, muy modosita y de buenas maneras, está que se pone sabrosona y, ella que no les grita ni a las natachas, ella que aparece muy democrática, como dice mi tío Aldito, ahora se vuelve a lo que es en verdad: Un ogro comunista, ha sacado su cara de mala mismo el grinch y recontra achorada mando sacar todos mis bonitos carteles y banners (pucha que ahora si me salió bien mi inglich). Y lo peor que está saliendo en los noticieros diciendo que cumple con la ley, con la norma, ¿y desde cuándo se ha respetado a las normas? ¿Acaso se respetó con mi tío Alberto, o con mi tío Alan? Me acuerdo que con el pelao Vladi como gozábamos cuando quemábamos cerebro en idear cada triquiñuela para sacarle la vuelta a la ley, juá juá juá, hasta le metíamos la mano a la constitución,… y por debajo…Pero esto no se queda asi, se jodió…ahora mismo estamos maquinando con mi tío El Mudo, y la mancha de Jorgito y Mauricio para aguarle la gestión a esta tía, hasta su revocatoria vamos a empezar a moverla, y eso que estoy recibiendo mi correspondiente billegas por la concesión al Metropolitano. Y no va ser…”




EN MEDIO DE LA VORÁGINE ELECTORAL, la colocación de propaganda política es una tradición, un modus operandi para los candidatos. Como lo dice con total pertinencia Jorge Bruce (LR 6.03.11), si lo que se busca es dirigir el país como lo haría un gerente de una empresa privada, la política se ha convertido en una estrategia de marketing. Ergo, los carteles (publicitarios), afiches y otros medios de propaganda electoral se constituye en un medio fundamental para llegar al elector (cliente). De allí que muchos de los candidatos afectados por el retiro de los carteles dicen que sus derechos están afectados pues si estos son quitados de las vistas del público, cómo serán reconocidos entonces. Bueno, al margen de la concepción, el uso de la propaganda electoral es un derecho político, un recurso de la democracia para informar o ser informado. Sin embargo, cuando es usada la vía pública, estamos hablando de un terreno común que pertenece a todos los ciudadanos y ciudadanos. De allí que su uso debe de ser regulado, y esto es competencia de la autoridad de la ciudad. Va más allá del organismo de justicia electoral, que es la vía de queja que erróneamente muchos de los candidatos infractores, pues no hay manera de tipificarlos ya que afectados somos todos. En conclusión, respecto a este asunto no hay conflicto de competencia alguna entre el JNE y la MML.


En segundo lugar, se ha señalado que la autoridad metropolitana está cometiendo un abuso de poder pues no existe una normatividad al respecto. Craso error, esta si existe y está claramente definida en sendas ordenanzas: La Ordenanza 393 (2002) y su complemento la Ordenanza 970 (2006)[1]. Por supuesto que los derechos de propaganda política están vigentes y son garantizados por la ley electoral, sin embargo a nadie le gusta que empapelen su ciudad. El manejo de los espacios públicos se constituye en un aspecto crucial para cualquier autoridad que quiere mantener el orden dentro de la ciudad. En tal sentida hay zonas con permisibilidad y zonas rígidas. Si bien, los candidatos se cuidan ahora de hacer pegatinas de afiches u otros en todo lugar, o colgar banners en todas las esquinas, sin embargo el uso de los carteles de todas dimensiones aparece como indiscriminado o mejor, arbitrario. En conclusión, la intervención de la autoridad se ampara en normas municipales sobre las cuales no hay discusión pues no son recientes, ni tampoco hay una interpretación antojadiza. El tema de fondo es que los candidatos no quieren reconocer autoridad ni menos cumplir con la ley, de allí que son doblemente infractores, con la ley y con la resistencia a acatarla.


En tercer lugar, la denuncia de los candidatos infractores que esta acción es una arbitrariedad de la Alcaldesa de Lima están en un gravísimo error. De un lado existe autoridad municipal que amparada en la ley debe hacer respetarla en su jurisdicción que es la ciudad, del otro, hay una clara inquina de los denunciantes contra la Alcaldesa Villarán, originada en la derrota política propia o extendida desde la última elección municipal en Lima, inclusive con declaratorio de guerra pública como es el caso de algunos medios como CORREO y de algún candidato en particular, que es sabido, se origina en esta natural antipatía. Menos aún, los operativos municipales en Lima y se sabe en los distritos (a cargo de los alcaldes de las comunas distritales), no fueron sorpresivos. Miguel Prialé, Gerente municipal de la MML hizo hincapié de que las agrupaciones políticas fueron debidamente y oficialmente informadas días antes sobre los alcances y aplicación de estas normas. Conclusión, esta acción se toma en un momento electoral, pero la norma es la norma y medida avisada no hace incautos.


Sin duda, la reflexión final que nos hacemos es que hay cada Manolito, como en el monólogo que insertamos a manera de epígrafe, candidatos que consideran que quien pone más carteles es quien llega más al elector, como quien vende algún producto de consumo, un manera de usar el marketing político abundando en imágenes, muchas veces con un discurso trillado y de cliché. Pero ni siquiera hablamos de una estrategia de marketing más creativo, social o directo, es la sacralización de la imagen, de poner una suerte de marca en medio de un exceso del sistema electoral donde el voto preferencial aparece como antes que una oportunidad de que los ciudadanos elijan el candidato más idóneo, terminen siendo atrapados por la imagen repetitiva como si de la venta de una mercancía más se tratara. De allí la guerra por poner más carteles, por inundar la ciudad inclusive al borde de terminar contaminándola visualmente. La política es el arte de hacer posible lo necesario, es lo primero que hay que aprender para darle dignidad a la política. En tal sentido no se trata de vender nada, y en última instancia con cuidado, porque para los electores los candidatos pueden terminar por ser tan útiles como una marca de papel higiénico o de toallas sanitarias.








[1] Sería largo detallar los alcances de las normas. La primera regula y establece los casos de prohibición de instalarla tanto en predios privados, públicos, y sobre todo en espacios públicos sin autorización de la autoridad competente con trámite previo y autorización emitida por la Gerencia Municipal de Desarrollo Urbano a través de la Comisión Técnica Metropolitana de Publicidad Exterior. La segunda precisa los alcances y establece parámetros muchos más claros para autorizar la propaganda y sus restricciones.

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