LAS APARIENCIAS ES FUNDAMENTAL ANTES DE LA BATALLA, decía Sun Tzu, el milenario autor del no menos antiguo tratado “El Arte de la Guerra”. Estas estratagemas han demostrado ser útiles tanto para ocultar las debilidades del guerrero como para disimular sus verdaderas y superiores fuerzas. En un caso puede detener o postergar el inminente ataque, en el otro extremo, apurarlo o adelantarlo al mostrar una aparente fragilidad. De este modo, el fingimiento para lograr engañar al enemigo termina por ser la diferencia entre ganar y perder batallas[1]
En los últimos tiempos, la política ha aprendido a ser una extensión del arte de la guerra, pero no en el sentido del General Von ClausewitzKarl von Clausewitz.[2], quien es famoso por su afirmación “La guerra es la prolongación de la política por otros medios, pero sin dejar de ser parte de ella” y que es el meollo de otra discusión muy controversial. Por lo menos política y guerra se parecen en el uso de las tácticas y estrategias de la engañifa. Por tanto el político profesional sabe o aprende a prometer. La promesa toma vida propia durante la campaña, pero una vez concluida la elección terminan por develarse como lo que es en el fondo: Una mentira más, pues casi siempre la promesa se incumple y se olvida.
Ollanta Humala ganó estas elecciones con un estrecho margen. Se saludó su apertura a otros sectores democráticos e inclusive liberales, y alguna vez en este mismo lugar pugnamos por demostrar que la lucha por ganar el centro político era tarea fundamental en todo aquel político con vocación por el triunfo, y Gana Perú y las fuerzas que la respaldaban lo tenía. Pero el centro político es una cornisa muy delgada, de allí que las primeras decisiones del Presidente fue conceder algunos puntos hacia la derecha como la elección del Ministro de Economía y la continuidad del Presidente del BCR, decisiones comprensibles dada las presiones desde afuera y las negociaciones internas que podían aparecer como evidentes concesiones, pero sin olvidar que la imagen y propuesta del candidato nacionalista fue construido desde la izquierda, y por tanto el mensaje desde un inicio fue claro: El gobierno de la Gran Transformación combinaría crecimiento e inclusión social.
El conflicto suscitado en Puno antes de la segunda vuelta, el conflicto en Andahuaylas (que permanece en latencia) y primera conflicto relevante desde la toma del mando, y la protesta que se vive en estos momentos en Cajamarca en torno al proyecto minero de La Conga,han sido pruebas que han testeado la fortaleza de la propuesta y firmeza decisional del Presidente Humala y la habilidad de su equipo de gobierno para manejar los conflictos que se sabía de antemano estaban allí esperándolos. Tratándose en los tres casos, de una protesta social cuyo común denominador es la resistencia a permitir la continuidad de la actividad minera, cuanto menos en las condiciones actuales de total concesión administrativa pero sobre todo política. Por ello estas situaciones de conflicto deberían servir de base para mostrar finalmente, cual el rumbo por el cual finalmente se orientará la gestión Humala.
Lo sucedido en Puno le tocó cuando fue candidato y aun con su perfil bajo, fue aprovechado positivamente para establecer compromisos de solución entre este movimiento regional y el probable nuevo gobierno. Los resultados electorales fueron a todas luces muy favorables. Pasó el examen.
En el caso de Andahuaylas, en cambio, la intervención del gobierno fue poco menos que desastrosa. Ministros que prácticamente huyeron para evitar comprometerse con los campesinos andahuaylinos (salvo la honrosa excepción de un viceministro hoy renunciante), demostrando debilidad para consensuar y obtener una mayor confianza del este sector de la sociedad regional apurimeña, que aun movilizado no manifestó hostilidad respecto al gobierno. Desaprobado.
Finalmente viene la protesta respecto al gigantesco proyecto que Yanacocha busca aprobar en Cajamarca, y que se sabe ahora desde la opinión del propio Ministro del Ambiente, afectará de manera irreversible el ambiente. Los cientos de campesinos que se oponen al proyecto lo hacen en resguardo del recurso más preciado: El agua, un bien público que pretende ser privatizado, y peor, a ser empleado para fines absolutamente excluyentes, y que terminará no sólo con agotar las pocas reservas de agua dulce que quedan en las alturas, sino también rompiendo el frágil equilibrio con la naturaleza y la actividad humana, lo cual no es ninguna tesis marxista sino es parte del denominado “enfoque de medios de vida sostenible” que ha sido elaborado como el marco para los objetivos generales de DFID (oficina de cooperación del Ministerio Británico) y que es asumido como una perspectiva común de trabajo para diversas instituciones[3][3], y es más, aplicable aun o sobre todo cuando en el caso de la vida campesina esta se encuentre a la base de una economía tradicional de subsistencia o sobre vivencia, que estamos de acuerdo debe de modernizarse y eslabonarse al mercado.
La reacción del Presidente Ollanta ha sido clara al señalar de diversas maneras y en distintos momentos que su gobierno respalda plenamente el proyecto minero en cuestión. Sin embargo, el mandatario matiza su discurso cuando asiste a otros espacios como en el reciente Congreso CCP, gremio campesino que se sabe históricamente respondió siempre a la influencia de la izquierda, y en donde ratificó la valoración de laalianza con estos sectores que han sido en todo momento críticos respecto a la actividad mineras por su impacto negativo sobre el ambiente, el medio y modo de vida de cientos de miles de peruanos que viven en el ámbito rural.
Por lo tanto el resultado de la evaluación es contradictorio: Para algunos el gobierno debe ser aprobado por su habilidad para hacer surfingsobre las olas políticas y por encima de los grupos actualmente enfrentados por sus intereses contrapuestos; para otros sectores la gestión Humala debería ser “jalada” de manera rotunda. Y es que la punta del ovillo se encontraría en la continuidad y cumplimiento de las propuestas que enarboló sucesivamente a lo largo de su campaña, que suscitó las esperanzas de un sector mayoritario de la sociedad peruana que vio en el comandante la posibilidad de un Presidente que les haga justicia.
A mayor detalle y profundidad, otros autores se han referido a la naturaleza de estas propuestas en el juego electoral[4] pero vale la pena recordar que el Plan de Gobierno de Gana Perú, llamado justamente “La Gran Transformación” les permitió ganar la primera vuelta, y las posteriores propuestas se reconocen como instrumentos para generar una amplio proceso de concertación para ganar la segunda vuelta, abriéndose hacia la centro derecha, armando correlaciones que brindarían condiciones políticamente ventajosas para el triunfo electoral, instalar el gobierno pero también a incubar futuras contradicciones.
A estas alturas importa destacar que a 100 días de iniciado este gobierno, han aparecido nuevos adherentes y detractores. Que los que ayer despotricaban de Humala respecto a su origen y sus alianzas, particularmente dentro de la izquierda, y que descalificaban por expresar un riesgo de ingobernabilidad y falta de garantías para con el modelo económico, sean hoy quienes afirman que Ollanta (ahora) si les inspira confianza, es más que sospechoso. Por supuesto que cuando nos referimos a estos entusiastas nos estamos refiriendo a los empresarios mineros o en general, los empresarios, los medios de comunicación, y por supuesto, los partidos que perdieron la elección en abril. En conclusión, la derecha con todo su poder económico, mediático y político que hoy aparece como neo conversa a las políticas del Presidente Humala.
“El agua y el oro” como frase argumentativa ha sido repetida por Humala para intentar conciliar intereses que se han localizado en orillas distintas. En el caso de las empresas mineras, es sabido que el Presidente intenta cumplir con compromisos con estos sectores económicos, sobre todo luego de establecer el acuerdo para aportar parte de sus ganancias para los programas de inclusión y desarrollo social, pero tampoco podemos olvidar que se debe cumplir también con aquellos sectores que denuncian cierto favoritismo de parte del gobierno con las mineras, aprovechando la propia debilidad del diseño institucional para garantizar la sostenibilidad ambiental y social, descontada la rentabilidad económica de este tipo de proyectos.
En tal sentido, percibimos que un amplio espectro social y político viene siendo dejado de lado en los anuncios presidenciales, entre quienes se encuentran aquellos que esperan la puesta en marcha de los programas sociales como Pensión 65, ofrecimiento reiterado para empezar cumpliendo con los sectores más vulnerables de la población. Pero -sin ánimo de radicalidad en las medidas del nuevo gobierno- este bloque social con y sin representación política espera de este gobierno por encima de todo consecuencia o cuanto menos una actitud coherente respecto a proteger los interés de un considerable franja de peruanos que viven de la agricultura o la ganadería y actividades conexas, que pueden ser afectados en sus medios de vida por la actividad contaminante o de apropiación y manejo particular de los recursos como el agua, principalmente por la gran minería.
Este es el sector que empieza a sentirse defraudado por la actitud presidencial de respaldo sin mayores reservas a las empresas mineras, como es el caso del conflicto suscitado en Cajamarca por el proyecto Conga y que ha tenido en el Paro regional iniciado la semana pasada su punto más alto, situación que viene caldeando el ambiente, que con las primeras refriegas que se han sucedido en una de las provincias y el llamado abierto a militarizar el conflicto socio ambiental, que puede tener consecuencias inimaginables y hasta superiores a Bagua en el 2010.
Pero no es solo el gobierno quien no ha tenido un juego apropiado. La lógica simplista de los vocingleros de la prensa ha contribuido a generar un ambiente donde la confrontación se abre paso. Decir que quienes en Cajamarca han reaccionado frente al proyecto minero es apenas un grupo de “radicales ultra izquierdistas”, pinta por entero la profunda vocación autoritaria y antidemocrática de la derecha que opta por el fácil expediente de la arbitrariedad antes que por emprender el difícil camino del diálogo. Su terca defensa de los intereses privados es tal que obvian los riesgos de iniciar un proyecto que producirá daños ambientales irreversibles a la región.
Lo anterior no es nada nuevo si lo comparamos con aquello que hoy se dice desde los medios sobre el Presidente Humala. Para muchos asistimos al (re) descubrimiento de Ollanta como aquel que habiendo asumido sus responsabilidades de Estado, ha aprendido que el ejercicio de la política pasa por ser “realista” y “pragmático”.
Pero, de qué se trata esta novísima adhesión mediática. Palabras más o menos, el “realismo” busca evidenciar aquellos que pueden aceptar que el manejo del poder se puede hacer sin transformar la política y el poder mismo, por lo cual bajo el “realismo” se termina por cobijar a aquellos interesados en separar la política y el horizonte ético. En tanto el supuesto “pragmatismo” nos deja constancia en aquellos que elevan a axioma la primacía de la acción aun a costa de liquidar los principios, con lo cual la política termina desvirtuándose y convirtiéndose en campo de negociación de intereses, y la vieja idea de la política como “arte de hacer posible lo necesario” un artefacto propio de un museo.
Es cuando volvemos a considerar que los halagos que hoy le prodiga la prensa de derecha es deliberadamente un acto de apropiación del alto mandatario. Una suerte de secuestro para los fines inconfesables de una derecha que pretende hacer de la política una sucursal de sus intereses económicos, no importa que para esto abogue por que la política se convierta en una fábula, el político en un ilusionista, y el partido u organización política en una fábrica de sueños que vender. No importa nada, inclusive, hacer campaña abierta para cuestionar y satanizar a los sectores que representen algún peligro para sus planes. Y presionar o maquinar desde adentro para aislar o separar e inclusive dejar de lado o desembarcarse de los sectores que se opongan a sus designios.
“Hoy un juramento, mañana una traición”, cantaba Gardel[5] , y algo cercano a un sórdido ajuste de cuentas parece empezar dentro de lo que fue “Gana Perú”. El despido de Tapia García de su puesto de asesor político evidencia que las pugnas al interior del gobierno empiezan a mostrarse en todo su dramatismo. Sin embargo, más allá de la salida de personajes ligados al gobierno interesa ver cuáles son las consecuencias políticas del alejamiento de algunas figuras connotadas de la izquierda. Las orientaciones futuras para el gobierno de Ollanta Humala, de seguir desangrándose por la izquierda, pone en evidencia que este tipo de sangría dejan en grado de debilidad los pilares de la propuesta por la Gran Transformación. Un razonamiento posible de ser comprobado va por el lado de afirmar que de agudizarse las fisuras hacia la izquierda, los contrapesos en el gobierno pueden llevar a una clara opción hacia la derecha, favorecido intencionalmente desde los artilugios que ésta viene empleando desde afuera.
Y es que lo suscitado a partir de esta crisis, producida no solo por las expectativas del entorno presidencial por mantenerse, ganar o bloquear los intereses de sus competidores respecto a quienes influyen en las decisiones del Presidente Ollanta, sino que responden a diferencias de fondo en la concepción del poder, la gestión política del gobierno o posiciones respecto a algunas de las políticas de Estado que pueden terminar por ser el caldo de cultivo a conflagraciones mayores que pueden ser seguidas de manera casi inmediata a escisiones considerables.
“Good Bye, Lenin!” una película alemana de 2003, dirigida por Wolfgang Becker, que en apretada síntesis trata de los intentos desesperados de un hijo por ocultar a su madre gravemente enferma de la realidad que se vivía en la ex RDA, post caída del Muro de Berlín. Nostálgica y por ratos patética, la realidad fabricada que se vive en el viejo apartamento es un recurso final y atrevido para evitar que se sepa que todo había cambiado y que el desplome del socialismo real fue inevitable e irreversible, y por tanto la farsa montada, tarde o temprano debía descorrerse en su velo de artificialidad. La coyuntura dentro del gobierno de Humala ha vivido una situación similar.
La presencia de un sector de la izquierda como parte de la alianza, tanto de aquellos que apostaron por este proyecto y el liderazgo de Humala desde un primer momento, como la presencia de un sector de personalidades y técnicos aportados desde la izquierda, nos muestra que lo logrado en Gana Perú, su perfil izquierdista y plebeyo, sus propuestas que aterrizaban adecuadamente en el aquí y ahora, no fue una realidad maquillada. Sin embargo para la Derecha el perfil que la izquierda venía manejando dentro del gobierno resultaba francamente incomodo, primero colisionándose con intereses como los de las empresas mineras, con quienes la recolección de fondos servirán para los programas sociales que se implementaran de manera emblemática en el país.
De lo anterior se desprende la intención aun no extendida, respecto a que es necesario producir un decantamiento respecto los amigos de la izquierda, de lo cual la salida de Tapia es sólo un simulacro.
“Good Bye, Lenin”, good bye buenos amigos, compañeros de ruta! En esta etapa ya no resulta interesante compartir la vocación izquierdista que los pudo animar en el proyecto Gana Perú, sino en entender que las negociaciones, intereses y demás acuerdos a lograr con otros agentes económicos y operadores políticos, hace de los amigos de la vieja nueva izquierda poco menos que una presencia incómoda, y por tanto, directamente prescindible.
Pero valga la situación creada. Siendo la izquierda un equipo político y técnico que apoya la gestión de Humala, su rol debía aportar a fortalecer, legitimar e implementar las propuestas del gobierno, principalmente aquellas que favorecerán a la mayoría de los peruanos. Para esto resulta una condición de que el deslinde permita una salida desde la propia izquierda antes que la derecha se adelante en sus tentativas de cercamiento y captura del gobierno.
De lo que se trata es de decirle adiós a una manera de pensar y hacer la política, de gobernar y dirigir el Estado. ¿Cómo arrojar la parafernalia y con ella con la caja de los recuerdos de otra época sin perder identidad, sin cortar los lazos con sectores sociales que siguen reclamando parte de la izquierda? Tarea difícil sin duda, pero no imposible.
La izquierda debe encabezar las banderas de la democracia renovada y de la reforma estatal, de la economía social de mercado y la inclusión social, de la descentralización, del desarrollo humano y sostenible, de la ética pública y la lucha anticorrupción. Para ello todas las recetas que nos legó la herencia de la izquierda clásica, ortodoxa, vieja y nueva, con todo su pasado heroico, clasista y combativo deben ser superadas desde una nueva mirada para fundar una nueva tradición desde una izquierda más moderna, que recupere las promesas que la derecha jamás cumplió, una nueva izquierda que se convierta en un baluarte para asegurar que la Gran Transformación sea posible y necesaria en nuestro país.
[1] “La guerra es el arte de engañar. Así, si eres capaz, finge incapacidad; si estás preparado para entrar en combate, finge no estarlo; si te encuentras cerca, finge estar lejos; si te encuentras lejos, finge estar cerca. Si el enemigo es ávido en ganancias, sedúcelo. Si está confuso, atrápalo. Si es consistente, prepárate. Si es poderoso, evítalo. Si es colérico, provócalo. Si es humilde, hazlo arrogante. Si está quieto, oblígalo a actuar. Si está unido, divídelo. Atácalo cuando no esté preparado, lánzate sobre él cuando no se lo espere. Estas fórmulas propician la victoria a los estrategas, pero no pueden decidirse de antemano”. Sun Tzu. “El Arte de la Guerra”. Varias ediciones.
[2] Karl von Clausewitz. “De la guerra” varias ediciones.
[3] El concepto de medio de vida sostenible “…comprende las posibilidades, activos (que incluyen recursos tanto materiales como sociales) y actividades necesarias para ganarse la vida. Un medio de vida es sostenible cuando puede soportar tensiones y choques y recuperarse de los mismos, y a la vez mantener y mejorar sus posibilidades y activos, tanto en el presente como de cara al futuro, sin dañar la base de recursos naturales existente” En:Chambers, R. y G. Conway (1992) Sustainable rural livelihoods: Practical concepts for the 21st century (Medios de vida rurales sostenibles: conceptos prácticos para el siglo XXI). Documento de debate sobre el IDS: 296. Brighton: IDS.
[4] Sinesio López. “Ollanta entre el temor y la esperanza: Los cien primeros días de una democracia concertada”. 27 de noviembre de 2011.
[5] “Amores de estudiante” (1934). Música de Carlos Gardel, letra de Alfredo Le Pera y Mario Battistella.
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