martes, 5 de abril de 2011

LOS 400 GOLPES



ES POSIBLE CAMBIAR EL PASADO



EL 5 DE ABRIL DE 1992 EMPEZÓ UNA LARGA NOCHE PARA NUESTRO PAÍS. El autogolpe urdido por la dupla Fujimori y Montesinos se apoderó del poder instaurando una parodia de democracia. Inició una sistemática demolición de las instituciones democráticas, de los partidos y construyendo sus clientelas a partir de medidas de evidente populismo. Para acallar la protesta ciudadana y cediendo a las presiones de los organismos internacionales, convocó a un “Congreso Constituyente Democrático” para elaborar a su medida la constitución de 1993 que legalizaba su continua reelección, y que aprobó manipulando el referendo. Posteriormente buscó perpetuarse como Presidente mediante elecciones fraudulentas. En tanto, un orden subterráneo fue construyéndose en los sótanos de ministerios e instituciones. Bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, los siameses Fujimori-Montesinos privatizaron la justicia a sus intereses, recurrieron a una violencia estatal sistemática que no fue sólo excepción ni exceso como pretenden sus ahora defensores. Usaron los recursos del Estado para corromper todo. El Perú se convirtió entonces en un país donde todo se decidía en una sala del Pentagonito donde despachaban Fujimori junto a su socio Vladimiro. El epílogo de este poder espurio fueron las elecciones de 2000, que se realizaron en un escenario convulsionado por las protestas que había alcanzado la dimensión de una amplia movilización ciudadana. El dictador gano estas elecciones por medio de un fraude descarado. El régimen, sin embargo, fue labrando su propia derrota. Los vídeos donde se registraron las compras de conciencia de malos peruanos al ser revelados aceleraron la descomposición del régimen y llevó a Fujimori a huir al Japón y renunciar por fax. Valentín Paniagua desde el gobierno de transición cumplió las tareas de recuperación de la democracia y nos devolvió el derecho de elegir a nuestros gobernantes de manera legítima. El 5 de abril que merece ser inscrito como parte de la historia universal de la infamia, puede explicarse en el contexto de un deterioro creciente de la democracia, en medio de la crisis estatal y de la bancarrota económica en la que nos dejó el primer gobierno de Alan García. Fujimori en 1990 se enfrentó a Mario Vargas Llosa, a quien derrotó en la segunda vuelta con la ayuda de García y el aliento de una izquierda maniquea que vio al “chinito” como el outsider que podía derrotar al escritor y cerrarle el paso a la derecha. Hoy, a 19 años después del inicio de esta historia terrible, curiosamente quienes nacieron en aquel año infausto se alistan a votar por primera vez. La tarea de quienes vivimos este episodio terrible debe ser ética y política: Enseñar a los más jóvenes acerca de quienes son Fujimori y Montesinos, qué daño le hicieron al Perú y cómo se expresan políticamente. Hoy que nuevamente un grave peligro se cierne sobre la democracia peruana, pues su hija Keiko, candidata de Fuerza 2011, rodeada de muchos de los compinches de Fujimori y Montesinos, pretende llegar a la Presidencia del Perú para gobernar como lo hizo su padre. Entonces debemos actuar rápido, pues todavía estamos a tiempo para cambiar el pasado. (Luis Pineda)


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